miércoles, 5 de octubre de 2011

ENTREVISTA EL COMERCIO.PE WENDY RAMOS


Wendy en su mundo de Bola Roja


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Hablar de Wendy Ramos es para un gran porcentaje de los peruanos mencionar a aquella mujer de vestido colorido, con cuatro moños en la cabeza y una nariz roja, que asumía el papel de "Wendy Janet", la esposa del machista y renegón "Machín Alberto", en la famosa serie cómica nacional de los años noventa "Patacláun".
Y para otro gran porcentaje de los peruanos, especialmente para las nuevas generaciones y los crecientes amantes del fenómeno claun, Wendy Ramos ya dejó de ser aquella versión cómica de la ama de casa aguantadora de las actitudes y golpes de su marido, que la televisión y el teatro peruano produjo con gran acogida de la audiencia, para transformarse en la creadora y forjadora de dos grandes proyectos que llevan el rostro con narices rojas, pero en un tono más intenso: Bola Roja y Doctores Bolaroja.
La propia Wendy afirma que ya se desprendió de la piel del claun que la mantuvo unida hasta inicios de la presente década a ese añorable elenco completado por Johana San Miguel (Queca), Carlos Alcántara (Machín), Carlos Carlín (Tony) Gonzalo Torres (Gonzalete) y Monserrat Brugué (Monchi). Sin embargo, guarda un adorable recuerdo que le produce sentimientos encontrados, pues, si bien no lo dice, no puede negar que las cosas no terminaron bien con July Naters, la directora del elenco y con quien compartía la realización de los guiones de la serie cómica.
Guarda un adorable recuerdo porque fue en ese espacio de extravagante escenografía y deliciosa narrativa donde empezó su camino en el sendero del claun para llegar, descubrir, evolucionar o -como ella misma lo dice- "encontrar la esencia de lo que es en sí el mundo claunistico".
Para conocerla un poco más, para ver que hay detrás de esta mujer que regala sonrisas y siembra aliento en cada rostro que la contempla esperando una mueca o simplemente una mirada con ternura, decidimos ir a su encuentro. Su agenda es apretadísima, pues el mundo está necesitado de sus graciosas muecas y la solicitan en todos lados: Desde Iquitos hasta Moscú, desde el Hospital del Niño aquí en Lima hasta algún centro médico colombiano o ecuatoriano, han sido invadidos por sus risas.
Pero es aquí en Lima, en su escuela de clauns donde recoge energías para seguir. Y aprovechando que está en su mundo decidimos ir a verla. El mejor lugar para la cita, Bola Roja, allí se resume y se reúne su trabajo y su vida misma.
Hola Wendy, ¿cómo estás?
Aquí atareada -responde con voz agitada, mientras me invita a sentar-. Yo no sé si sentarme en un 'puf' de colores, en un sofá que parece de juguete, o en el mismo piso. Es que entrar a Bola Roja es una regresión a la infancia. Y no porque te vuelves niño, sino porque te sientes niño: Cero preocupaciones y 'full' diversión.
Al final, me acomodo en el sofá que tiene un gracioso cojín celeste de pintas y ella se sienta sobre la mesa que hay al centro de la sala y saca un cigarrillo, el primero de varios que acabó mientras conversamos.
Muchos comentan acerca de Bola Roja. Estoy aquí y no sé qué decir. ¿Es una escuela de actuación, de comicidad...?¡No! -corta con rapidez- Bola Roja es un proyecto que busca descubrir y formar clauns. No buscamos solo hacer reír sino ir más allá, ir a la esencia de lo que es un claun: un ser que nace a partir de su parte ridícula para mostrarla sin temores ni vergüenzas.
¿Entonces Bola Roja es el laboratorio de los clauns?
Claro, es todo, es más de lo que soñé, es una dimensión diferente, distinto al que conocía. Luego de Patacláun empecé a investigar de manera profunda en la técnica del claun, en su forma más pura, y encontré todo un mundo más rico, más interesante para mí que lo que venía haciendo hasta ese momento.
Entendí que no solo era pararte y burlarte o reírte de los demás, sino que es reírte de ti mismo pero con un efecto enriquecedor. Es mostrar lo que todos evitan mostrar: su ridículo. Es sacar la parte de ti que no te gusta para hacerla graciosa y perderle el temor.
Quieres decir que no hay límites para ser un claun, entonces. ¿Hasta los tímidos pueden lograrlo?
¡Claro! Puedes sacar tu timidez y reírte de ella. Lo que importa es lo que le pasa al mismo claun, tiene que ser un reflejo de su ser, tiene que mostrar su ridículo.- Me responde esta mujer de cuarenta años, nada creíbles, que estudió comunicaciones en la Universidad de Lima y que nunca soñó lo que ahora vive.
¿Y como empezaste en este casi incomprensible proyecto de enfrentar a los seres consigo mismos a través de una nariz roja?
A los clauns nos caracterizan las narices rojas, es nuestro símbolo, nuestro escudo, nuestra esencia. Yo empecé con Bola Roja porque quería dar un taller con todo esto que empecé a descubrir a finales de Patacláun. Pero ese taller nos quedó corto y pues seguimos. Al inició empezamos como jugando, solo como un grupo de amigos, pero después el tema empezaba a salirse de las manos y me absorbía cada vez más y más. Todo empezó a ser un caos (sonríe) y tuvimos que formalizarnos, organizarnos y surgió la ONG.
¿Pero cómo reírte de ti mismo? Es fácil reírnos del ridículo de otro, ¿pero del nuestro?
El método que me enseñaron era difícil y no era lo que yo quería con la gente que saldría de Bola Roja, así que me puse a investigar y fue allí donde encontré que hay otra manera de entrar a la esencia del claun a través del contexto, las circunstancias. Hay que crear condiciones para abordar al claun. Es importante amar, pues a partir de allí llegas a lo que menos quieres.
Y ahora que Bola Roja es un éxito ¿hacia dónde apuntan tus proyectos?
En Bola Roja no he acabado, aún falta mucho por hacer. Si bien desde el 2005 estamos yendo por buen camino mis proyectos siguen aquí. No pienso ni quiero pensar en otra cosa más que seguir detallando puntos que faltan, pues esta escuela recién está caminando y quiero seguir aquí porque este es mi mundo. Como ves, siempre estamos haciendo proyectos, yo estoy constantemente viajando para participar en talleres, especializarme y traer novedades para Bola Roja.
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Doctores Bola roja es como el gemelo de Bola Roja?
Bueno se complementan mucho y dependen el uno del otro en muchos casos. Todo empezó el 2001, más o menos, en mis estudios sobre el claun descubrí la existencia de la labor que realizaban muchos clauns en hospitales y centros médicos de otros países.
Entonces, le pedí a Gonzalo Torres que me acompañara a visitar los hospitales de acá de Lima. No tenía una idea clara de lo que debía hacer, pero me entusiasmaba el hecho de hacerlo.
¿Así nace entonces tu otra gran creación?
Yo no podía quedarme con lo que averiguaba y nada más. Entonces, me puse en contacto con especialistas en esta labor de los claun, como Juan Pedro Romera, director de los Pupaclown de Murcia (España), quien me brindó información sobre lo que buscaba. Era tan interesante todo lo que me contó que viaje a España para ver de cerca su trabajo y allí, en la acción misma, quedé fascinada.
Luego de ello puse manos a la obra para formar la ONG Doctores Bolaroja. Presentamos el proyecto al Instituto de Salud del Niño y empezamos el 8 de enero del 2002 a visitar, los martes y viernes, a los niños de las áreas de dermatología y nefrología.
Nos sorprendió la alegría con que empezaron a recibirnos y empezamos a extender las visitas a otras áreas del hospital, pues en todas partes había necesidad de un claun...
¿Qué te haga reír?
No necesariamente. No siempre un claun debe hacer reír. Basta con que brindes un abrazo, una compañía, una caricia. A veces el enfermo no quiere reír sino que entiendan como se siente y allí está el enorme trabajo de un claun. Entonces uno se pone a su lado, asume su dolor y lo enfrenta con actitud positiva para lograr que esa persona se sienta comprendida y fortalecida.
En tus indagaciones para dar vida a Doctores Bolaroja, ¿te topaste con el maestro en este arte: El gran Patch Adams?
¡Claro! Él es mi mentor, fue él quien desde el primer momento me motivó a continuar con esta aventura a través de innumerables cartas llenas de fuerza y entusiasmo, pues a veces tenía algo de temor de lo que hacía.
¿Tuviste una fluida correspondencia con Patch Adams por este proyecto?
Sí. Con el me comuniqué desde el inicio de este proyecto. Le escribí una carta sin pensar que me iba a responder. En la carta le comenté todo lo que había investigado, lo que quería hacer y le pedía sus comentarios, consejos o algo que me pudiera ayudar a formalizar todo lo que me venía dando vueltas en la cabeza.
¿Cuál fue la frase que más te impactó de su respuesta?
Lo que más recuerdo de esa carta es "Vayan a la calle a 'clauniar' por el simple placer de hacerlo". Y yo no lo interpretaba bien, pues salir a la calle no me entraba en la cabeza porque no quería que me confundan con un cómico ambulante, un contador de chistes u otra cosa. Al final decidimos hacerlo y nos fuimos al parque de Chosica.
¿Hacían reír a los transeúntes?
Fuimos como a jugar. Los chicos que me acompañaron, muchos de Bola Roja, intercambiaban con la gente. No necesariamente, como te dijo, tienes que hacer reír, basta que toques a alguien, que lo abraces.
Es un ponerse a disposición del otro sin contar chistes ni hacer malabares. Eso nos dio fuerza para luego poder estar con los niños de los hospitales y todo aquel que lo necesitara.
Y tu sueño de encontrarte con el maestro se cumplió el 2003...
Ese año invité a Patch Adams al Perú. Fuimos a varias ciudades del interior para visitar y llevar algo de felicidad a los niños enfermos. Estuvimos en Arequipa, Iquitos, Cusco, Abancay. Fue una experiencia inolvidable.
¿Por qué claun y no payaso, que es la palabra en español?
En realidad es lo mismo, solo que el término payaso tiene una connotación algo negativa o diferente a lo que queremos transmitir. Antes yo no me consideraba payasa, pues lo relacionaba con estar en el circo o en las calles haciendo cosas, contando chistes. Pero ahora yo digo que soy una payasa.
Antes de irme, quisiera verte en persona con tu nariz roja
No. No puedo, porque para ello debe haber un contexto especial. Debo hacerlo con toda la vestimenta y por una ocasión particular. Una bola roja significa mucho más que el hecho de colocármela. Es el punto máximo que lo que es un claun. Con la nariz roja puesta puedo equivocarme y ser lo que quiera ser, porque ella me lo permite.
¿Ahora aceptas que eres una payasa?
Sí. ¡Soy una payasa!
Así termino de conversar con esta agradable mujer que se describe así "Me gustan los lapiceros, el olor de los cuadernos, los perfumes y las galletas munición con mantequilla. Me gusta cocinar y comer lo que cocino. He subido al Pao de Acuar, a Macchu Picchu, a Tenochtitlan y a mi techo a tomar el sol. He estado a 14 metros bajo el mar. Soy puntual. He visto nacer ante mis ojos a más de 400 clowns. Lloré cuando vi los moais de Rapa Nui. Tengo un perro y muchos gatos de madera. Una vez tuve un mono. Una vez me dieron serenata por mi cumpleaños. Una vez tomé cerveza. Tengo un silbato para llamar pterodáctilos, pero todavía no funciona. Me gusta el verano y ducharme con agua caliente. Duermo 6 horas al día y cuando me despierto sigo soñando por 8 horas más..." (autodescripción que la claun peruana Wendy Ramos presentó en el el Festival de Teatro en Manizales, Caldas, Colombia)
Jenry Farfán Castillo

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