viernes, 9 de noviembre de 2012

EL ONCENIO DE LEGUIA 1919 - 1930

En esta etapa de nuestra historia se acentuaron los cambios manejados desde la república aristocrática. Se produce el apogeo y la crisis del modelo exportador de materias primas, se consolidan las nuevas clases sociales: el proletariado y la clase media, los partidos de masas (el APRA y el Partido Socialista) toman la representación del proletariado.
Al concluir el Oncenio se percibían dos fenómenos: la alianza política entre los militares y la vieja oligarquía conformada por civilistas y no civilistas para acceder al poder. El otro fenómeno fue la guerra civil que dividió a los peruanos en partidarios y detractores del Partido Aprista Peruano.
La presencia de Leguía en el escenario político representó la aparición de nuevos grupos e intereses locales, burocráticos, profesionales, estudiantiles, etc. Era el tiempo de la clase media urbana para modernizar al país que la oligarquía civilista no había conseguido.
Con la crisis y fragmentación del civilismo, Leguía aparecía como la alternativa viable por su origen mesocrático y su amplio conocimiento de las finanzas empresariales internacionales con lo que podría superar la crisis de la primera guerra mundial.
A este nuevo régimen caracterizado por el personalismo y carácter autocrático de Leguía se le denomina “El Leguiísmo” como referencia a su concepción política. Se le llama “El Oncenio de Leguía” en alusión a los años de gobierno que alcanzó el gobierno.
En esta etapa de nuestra historia se acentuaron los cambios manejados desde la república aristocrática. Se produce el apogeo y la crisis del modelo exportador de materias primas, se consolidan las nuevas clases sociales: el proletariado y la clase media, los partidos de masas (el APRA y el Partido Socialista) toman la representación del proletariado.
Durante el Oncenio también se produjeron cambios, algunos irreversibles como la demarcación territorial mediante la firma de tratados limítrofes con Colombia y Chile y la sesión de propiedades a las empresas norteamericanas mediante contratos vergonzosos como El Laudo de París.
El leguiísmo ingresó a una dramática y devastadora crisis económica producto de la crisis del capitalismo mundial acentuado con el crack de 1929. Esta depresión económica desarrolló la participación de las masas en la vida política nacional y desembocó en una delicada guerra civil durante los años próximos.
Al concluir el Oncenio se percibían dos fenómenos: la alianza política entre los militares y la vieja oligarquía conformada por civilistas y no civilistas para acceder al poder. El otro fenómeno fue la guerra civil que dividió a los peruanos en partidarios y detractores del Partido Aprista Peruano (PAP) que terminó en un enfrentamiento entre el Ejército y los militantes apristas.
EL ASCENSO. Para las elecciones de 1919, los candidatos principales eran Ántero Aspíllaga del Partido Civil y Leguía. Aun cuando los resultados daban como virtual vencedor a Leguía, se produjo un golpe de estado apoyado por la entonces gendarmería – dirigida por el veterano Andrés A. Cáceres – contra el saliente gobierno de José Pardo. La razón del golpe – aun cuando el vencedor era Leguía – se explica en el control del parlamento pues la mayoría era civilista y la renovación por tercios era cada cuatro años. Resultó más práctico destituir a Pardo, disolver el parlamento y llamar a otro que sea adicto y servilista al nuevo sistema.
LA PATRIA NUEVA. Leguía asumió el mando a los 56 años de edad y con la propuesta de una “Patria Nueva” cuyo contenido esencial fue:
 Democratizar el régimen político nacional través del voto plebiscitario, en oposición a la fenecida República Aristocrática.
 Educar a las masas mejorando la instrucción pública, la justicia y buscando la cooperación de las distintas clases sociales.
 Consolidar el prestigio internacional del Perú y sellar nuestras fronteras
 Consolidar nuestra economía exportadora de materias primas con una previsoria política para atraer capitales extranjeros y así aumentar nuestras reservas y aminorar el costo de vida.
 Industrializar al país hasta conseguir el equilibrio económico interno entre todas las clases sociales.
 Desarrollar proyectos de irrigación, colonizar la selva, desarrollar granjas modelo en la sierra y aplicar el plan de conscripción vial para conseguir el desarrollo industrial esperado.
EL ASPECTO POLÍTICO. Para que las medidas económicas y financieras funcionaran y se alcanzara el sueño de “La Patria Nueva”, se aplicaron una serie de medidas aunque en distinto grado y que a la larga no pudieron contener a las fuerzas reivindicativas de cada uno de los sectores involucrados.
En primer término, promulgó la COSNTITUCIÓN DE 1920 cuyo artículo 113º prohibía la reelección presidencial, sin embargo y apelando a la figura de las enmiendas constitucionales Leguía se reeligió en 1924 y 1929 con las enmiendas constitucionales de 1923 y 1927 respectivamente.
El régimen tenía dos claros propósitos: Liquidar el viejo orden aristocrático del estado peruano y detener el avance del comunismo. Respecto a lo primero, los grupos tradicionales habían desaparecido y aunque se mantenían las mismas relaciones económicas del régimen anterior, políticamente los partidos tradicionales se habían extinguido. Para frenar a sus opositores se aplicó la figura de la deportación, fórmula eficaz que le permitió desaparecer sistemáticamente a todos aquellos que criticaban al leguiísmo. Entre los tantos exiliados, tres jugaron un papel gravitante en nuestra historia: Víctor Andrés Belaúnde, José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre. Respecto al segundo problema, aplicó la misma estrategia que Billinghurst para neutralizar al comunismo: desarrollar una unión o coalición entre el capital y el movimiento obrero. Sin embargo los esfuerzos de Leguía también se enfocaron en otros sectores conflictivos de la sociedad.
Con respecto al ejército se buscó un delicado equilibrio atendiendo a las necesidades de la institución. Pesar de ello se produjeron muchos levantamientos y conspiraciones como el de 1922 – donde participó Sánchez Cerro – o los que se produjeron después de la crisis de 1929.
El régimen enfrentó el problema de la descentralización desde las reformas de 1919y se cristalizó con los congresos regionales pero no funcionaron. Se desactivaron las juntas departamentales y el presupuesto se dirigió a los consejos provinciales, irónicamente beneficiando al centralismo.
El bandolerismo – problema social de carácter semi feudal vigente en haciendas de la sierra – estaba caracterizado en personas que no sólo enfrentaban a otros bandoleros en pleitos por las tierras sino que también enfrentaban a las propias autoridades provinciales. El más representativo de los bandoleros de este periodo fue Eleodoro Mendel ejecutado en Cajamarca en 1927.
El problema del campesino fue sin lugar a dudas el más complejo que enfrentó Leguía. Lo particular de todo ello es que el problema campesino se superpuso al problema del indio e inclusive se decía que el campesino era el indio de manera tal que los asuntos económicos eran mezclados con los asuntos raciales. Respecto al indio el estado tomó una serie de medidas como establecer el día del indio, crear el patronato de la raza indígena con una oficina de asuntos indígenas, fundar las escuelas agrarias, reconocer a las comunidades indígenas desde 1920. Aun así, su papel como ciudadanos y como campesinos productores nunca fue claro y acaso por ello al finalizar los años 20 los emergentes grupos políticos enfocaron este problema de manera muy enfática.
En lo que respecta al sector estudiantil, Leguía había ganado un espacio importante en ellos desde 1918 – proclamado “Maestro de la juventud” – y planteó además una reforma universitaria contra “la esclerosis educativa” estableciéndose las cátedras libres y apoyando al primer congreso de estudiantes en 1920 - dirigido por Haya de la Torre y donde se propuso la creación de la Universidad Popular – pero todo ello se trastocó a partir de 1923 tras los reclamos universitarios y obreros contra la consagración del Perú al corazón de Jesús. La muerte de estudiantes y obreros y la deportación de Haya de La Torre a Panamá ese año hicieron que Leguía pase de Mentor a enemigo de los estudiantes universitarios.
SURGIMIENTO DE LAS FUERZAS POLÍTICAS POPULARES. Víctor Raúl Haya de la torre y José Carlos Mariátegui fueron los que sentaron las bases del pensamiento y acción antiimperialista y antioligárquica con la participación de grandes mayorías de los estratos medios urbanos en la política nacional dando vida al APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) y al PARTIDO SOCIALISTA (después denominado Partido Comunista).


José Carlos Mariátegui(1895-1930) como político y pensador peruano, uno de los ideólogos marxistas latinoamericanos más influyentes del siglo XX. En 1926 fundó “Amauta” (el nombre en quechua significa maestro, filósofo, y fue aplicado después a él mismo), que se publicó hasta 1930; colaboró con distintas revistas literarias como “Mundial” y “Variedades”, fundó la Confederación General de Trabajadores (CGTP) en 1929. Su ruptura con Haya de la Torre le llevó a la fundación del partido marxista-leninista denominado “El Partido Socialista” (1928), que luego se convirtió en el Partido Comunista Peruano, del que fue elegido secretario general. Pero sus posiciones heterodoxas respecto del comunismo internacional provocaron el distanciamiento y la crítica de los dirigentes de la Internacional Comunista. Publicó pocos libros en vida, pero su obra, recopilada póstumamente, llena numerosos volúmenes. Del conjunto, nada supera en importancia y difusión a sus célebres “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana” (1928), que han sido reeditados incontables veces. Es el primer examen integral de la problemática política, social, económica y cultural del país desde un punto de vista marxista, dotado de un innegable oportunismo histórico, de una gran precisión para detectar la raíz de los grandes males nacionales y, sobre todo, de una notable capacidad para aplicar un enfoque marxista con flexibilidad y lucidez, evitando las limitaciones ideológicas que abundan en los estudios de ese tipo.

Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979) es otro pensador y político peruano. Nació en Trujillo. Como líder estudiantil enfrentado a la dictadura del presidente Augusto Bernardino Leguía, tuvo que exiliarse en Panamá, Cuba y, finalmente, en México, donde en 1924 fundó la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). De nuevo en Perú tras la destitución de Leguía (1930), defendió una política indoamericanista, antiimperialista y reformista; perdió las elecciones de 1931 frente a Luis Sánchez Cerro, fue encarcelado en 1932 y su partido resultó ilegalizado con la constitución de 1933. En 1945, el movimiento aprista fundó el Partido del Pueblo y apoyó al candidato José Luis Bustamante y Rivero, que ganó las elecciones presidenciales.
EL ASPECTO ECONÓMICO. En este periodo se produjo el incremento del capitalismo norteamericano en nuestro país a través de los empréstitos, los que dejaron una cuantiosa deuda externa.
El régimen concebido como intervencionista se distingue claramente con la constitución de 1920 que otorga una serie de poderes al gobierno central para apoyar al sector exportador de materias primas de manera ilimitada. Para ello se desarrolló todo un proyecto de construcción de infraestructura de transporte y comunicación necesaria para los centros de producción de materias primas y sus respectivos puntos de embarque. Así, los ingresos del estado quedaban asegurados con los impuestos recaudados por la exportación de materias primas y con los préstamos externos. Debe recordarse sin embargo que el efímero éxito de Leguía estaba en función a los altos precios de la materia prima en el mundo lo que permitió que los banqueros de Nueva York nos facilitaran créditos. El costo de este proyecto fue muy alto: la deuda externa pasó de 12 millones de libras esterlinas en 1919 a 116 millones en 1929 y la deuda interna de 27 millones en 1919 se elevó a 30 millones de libras esterlinas.
Para desarrollar el proyecto vial, Leguía no solo hecho mano de los créditos sino también del recurso humano pues en 1920 dio la tan criticada “Ley de Conscripción Vial” estableciendo el trabajo obligatorio para todos los varones entre 18 y 60 años por doce días al año en la construcción y reparación de carreteras, trabajo del que podían redimirse si pagaban el equivalente a los jornales dispuestos por ley. Al final, la conscripción solo la hicieron aquellos que no podían pagar las exoneraciones: la población indígena.
Especial énfasis se puso en la construcción de obras hidráulicas, siendo las más destacadas: Imperial en Cañete, La Chira y Sechura en Piura, Esperanza en Chancay y Olmos en Lambayeque.
Durante este gobierno se crearon varias instituciones financieras como: El Banco Central de Reserva, El Banco Hipotecario y El Banco agrícola.
EL ASPECTO INTERNACIONAL. Ya desde el primer gobierno Leguía entendió la importancia de sellar nuestras fronteras y por ello trazó un plan a largo plazo que continuó durante el Oncenio.
Durante el primer gobierno había solucionado los diferendos con Brasil – Tratado Velarde Río Branco – y con Bolivia – Tratado Polo Bustamante – pero quedaba pendiente el problema de la selva con Colombia y Las provincias cautivas de Tacna y Arica con Chile.
Desde antaño Colombia reclamaba los territorios de Maynas. La situación se agravó en 1911 con los incidentes del Rió Caquetá y Putumayo, afortunadamente se libró positivamente la situación tras el enfrentamiento de la Pedrera dirigido por el entonces Coronel Óscar R. Benavides. Para 1922, Leguía autorizó la firma del Tratado salomón Lozano, el mismo que fue recién ratificado por el congreso peruano en sesión secreta de 1927. El Perú cedió el trapecio amazónico incluido el territorio que comprendía el espacio entre los ríos Caqueta y Putumayo, la comunidad de Leticia y la tan ansiada salida al Río Amazonas. A cambio el Perú recibió el triángulo de San Miguel de Sucumbios que luego cedimos a Ecuador en 1942.
El problema con Chile se remontaba al tratado incumplido de Ancón de 1883. Se estipuló un plebiscito en las provincias de tacna y Arica luego de los 10 años de cautiverio, pero esto nunca ocurrió. Recién en 1929 se solucionaría el problema con el Tratado Rada Ramio – Figueroa Larraín o también denominado Tratado de Lima. Mediante este documento, Perú cede a perpetuidad Arica y recupera Tacna, Chile nos indemnizó con 6 000 000 de pesos y entregó las servidumbres de Arica (un muelle, un terminal ferroviario y una aduana).
El documento más vergonzoso sin embargo, fue El Laudo de París que se firmó con la Internacional Petroleum Company (IPC). El Perú cedió el suelo y sub suelo de La Brea y Pariñas a la empresa norteamericana comprometiéndose a no cobrarle impuestos por 25 años y entregarle las tareas de explorar, explotar y craquear el petróleo por 50 años. Debido al contrato firmado, esta empresa cobraría protagonismo en la política nacional en los próximos años.
EL ASPECTO SOCIAL. Gracias a la bonanza que experimentó nuestra economía en los primeros años del Leguiísmo, el régimen se permitió celebrar con suma fastuosidad los centenarios de la independencia del Perú (1921) y la batalla de Ayacucho (1924). La, hasta entonces, “Villa limeña”, se transformó en una ciudad moderna para la época. El casco urbano fue totalmente renovado – inclusive el palacio de gobierno que extrañamente se incendió unos días antes del centenario de la independencia del Perú – y ornamentado con los monumentos llegados de todas las latitudes del mundo.
Lima fue considerada como una de las más bellas de Sudamérica pero el urbanismo no había alcanzado a todas las zonas de la capital y el ritmo de la modernización no se pudo mantener en toda la población capitalina.
Para 1919 se estimaba un total de 296 000 hectáreas de tierra irrigada artificialmente en la costa, 3 000 kilómetros de ferrocarriles y 198 kilómetros para vías automovilísticas. El régimen estimaba ampliar las tierras agrícolas a 494 000 hectáreas, 4 500 kilómetros de ferrocarril y 49 000 kilómetros de carreteras. Aunque ello resultó fundamental para comunicar a Lima con algunas zonas productivas del Perú, gran parte de nuestro país seguía aislado del mundo.
ASPECTO CULTURAL. Durante este régimen se arraigó más El Indigenismo como respuesta inmediata al problema del indio y se prolongó hasta los años 70 del siglo XX.
Fue la constitución de 1920 la primera que reivindicó el derecho de los indígenas. Así, el artículo 41 establecía la protección a la propiedad de las comunidades indígenas y el artículo 58 señalaba que el estado protegía a la raza indígena dictando leyes especiales para su desarrollo y cultura en armonía con sus necesidades. Entre los pensadores e intelectuales de la época destacan José Sabogal, Hildebrando Castro Pozo, Abelardo Gamarra, José Carlos Mariátegui, entre otros.
EL OCASO DEL, LEGUIÍSMO. Como es sabido, nuestro país era altamente dependiente del capital extranjero, sobre todo el norteamericano y obviamente ello nos tornaba vulnerables. Es por ello que la devastadora crisis de 1929 nos afectó de inmediato.
La crisis desatada por la caída de precios en la bolsa de valores de Wall Street acentuada el jueves 24 de octubre de 1929 – se ahondó con la quiebra de bancos y empresas agrícolas con inversiones en nuestro país, tal es el caso del banco más fuerte hasta ese entonces: El Banco de Perú y Londres (quebrado el mismo año de la crisis). Estados Unidos desarrolló una serie de medidas proteccionistas que afectaron ala capacidad de consumo de los países exportadores de materia prima pues se redujo el ingreso por concepto de ventas de sus productos.
El Perú se afectó con la baja de precios de nuestros productos en el mercado internacional y perjudicó directamente al presupuesto nacional, se devaluó la moneda y se paralizó la producción en la mayoría de sectores, se elevó el costo de vida, aumentó el desempleo, se incrementó el porcentaje de trabajadores con sueldos impagos, disminuyó el poder adquisitivo de la población urbana, entre tantos males. El estado atacó el problema económico reduciendo el presupuesto nacional y dejando de pagar la deuda externa se retomó el pago desde 1947).
A todo ello, debe sumarse el estilo personalista y autocrático de su gobierno prolongado, generando resentimiento de terceros. La caída del leguiísmo era inminente.
El golpe de estado empezó en Arequipa dirigido por el Coronel Sánchez cerro – apoyado por los civilistas – y justificado jurídicamente por el abogado José Luis Bustamante y Rivero a través del “Manifiesto de Arequipa”. El levantamiento se produjo el 22 de agosto de 1930, el 25 tomaban la capital y apresaban a Leguía que intentó escapar en el Crucero Grau. El golpe de Sánchez Cerro pone fin al régimen dictatorial legista y marca el inicio del denominado “Tercer Militarismo Peruano”.

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