sábado, 5 de abril de 2014

El impacto social de las drogas

Las drogas no solo perjudican a la persona que las toma. A su alrededor muchas otras personas padecen sus consecuencias. Las drogas interfieren en la relación con el entorno, la familia y el trabajo, y pueden llegar a comprometer seriamente el proceso de aprendizaje, especialmente en el caso de los jóvenes y adolescentes. Además, las drogas incrementan el riesgo de sufrir todo tipo de accidentes.
Por todo ello, además de las consecuencias individuales, es toda la sociedad (en mayor o menor medida) la que sufre los problemas de las drogas. Y estos problemas son de todo orden: sanitario, económico, cultural, de inseguridad, etc.
No es extraño, por lo tanto, que las drogas supongan una preocupación colectiva ni que, para hacer frente a sus consecuencias, muchos países hayan puesto en marcha políticas de prevención y rehabilitación, con un elevado coste económico.

Las drogas, un fenómeno global

En un mundo globalizado, cada vez es más difícil distinguir entre países productores y países consumidores de drogas. En la actualidad, los países consumidores también producen (plantas y drogas sintéticas), mientras que en las zonas de producción primaria (de opio o de hojas de coca) el consumo aumenta día tras día. Además, desde hace mucho, hay drogas legales (como es el caso del alcohol) que se producen y consumen en gran parte del planeta.
Por otro lado, los grupos que se benefician con el tráfico ilegal han desarrollado formas muy complejas de producción, comercialización y blanqueo de los beneficios económicos, que han terminado por involucrar a una buena parte de los países.
Consecuentemente, también ha sido necesario establecer convenios y acuerdos internacionales de colaboración para afrontar la situación.

El reto de la prevención

Prevenir implica actuar para disminuir el número de personas que tienen problemas con las drogas, para que éstos sean menos graves, para evitar las posibles secuelas. Obviamente, prevenir exige anticiparse a los problemas, actuar cuanto antes.
Por eso hablamos de una prevención dirigida a niños y adolescentes, en la que el papel de la familia y de la escuela es fundamental: porque son los espacios en los que prioritariamente se educa, se ayuda a crecer y a construir personalidades más seguras, más libres y más responsables.
No hay que esperar a la adolescencia para empezar a prevenir. Lo más importante es tener un conocimiento real de lo que son las drogas, estar convencido de sus consecuencias negativas y acompañarlo del ejemplo personal.

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