domingo, 8 de marzo de 2015

INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD PERUANA: UNA PROPUESTA DE SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS DEL PAÍS DESDE LA COMUNICACIÓN SOCIAL

Lic. Rosa María Mosquera Flores
A lo largo de la historia del Perú, grandes intelectuales trataron de diagnosticar la enfermedad de nuestro país, asimismo, intentaron dar solución a los problemas de la sociedad de sus épocas. Cada quien desde sus dogmas y conocimientos han entendido al país resaltando sus fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas tanto internas como externas. Pero ninguno ha dado con la fórmula exacta, justamente por mirar el problema desde una perspectiva centralista y siempre buscando beneficios propios.
Cada pensador levantó la voz en la historia llorando la necesidad de su círculo étnico, social, religioso y político generando una separación total entre etnias. Nunca hubo un sentido de unicidad –tarea difícil, hacia 1900, cuando los habitantes del oriente de nuestro país todavía eran considerados como animales salvajes, situación que aún favorecía el negocio del caucho-. Setenta años después, Nicomedes Santa Cruz decía “donde no hay mina de gringos, hay haciendas de gamonales”, lo cual indica que la realidad seguía siendo la misma: constituida por explotadores, explotados y unos cuantos independientes, como aquél personaje chinchano, Don Manuel Mosquera Vásquez, más conocido como “cinco reales” quien no se dejara, jamás “pisar el poncho”.
Para entender el Perú de hoy, ya no es solamente mirar a España como ente colonizador, sino mirarnos a nosotros mismos que somos el producto de una historia mal contada y con una educación “encubridora y alienante” tal como escribiera, Salazar Bondy.
Habitamos el Perú, los indígenas, los amazónicos, los criollos, los descendientes de algunas naciones del continente africano, ingleses, chinos, japoneses, italianos, alemanes y cuanta etnia encontrara regocijo aquí, y cuya presencia cultural es muy notoria. En la escuela no se nos dice cómo emigraron de otras partes del mundo ni bajo qué circunstancias, para qué y por qué, pero son innegables los aportes positivos y negativos, pues todos de alguna manera hemos contribuido a la formación de lo peruano y la peruanidad, lo que hoy pitucamente denominamos “marca Perú”.
Esta “marca Perú”, muy a parte de promocionar productos nacionales y los aportes culinarios de la fusión y mejunje de todos, principalmente de los afro, indígenas, chinos e italianos, que han enriquecido la cocina nacional, -y unos cuantos bolsillos de quienes tienen visión empresarial, claro está-, es la búsqueda de identidad, que difícilmente será hallada por la misma multiculturidad o pluriculturidad o multinacionalidad, como ciertos sociólogos pretenden denominar a este bagaje y riqueza étnica que va más allá de nuestras fronteras, abarcando pues, toda América Latina y a todo país que fue o sigue siendo colonia de otros.
Como multiculturales, estamos en ese péndulo constante entre cohesión y racismo, tolerancia e intolerancia, reforzando estereotipos y luchando por erradicarlos. Sintiéndonos por momentos peruanos o revalorizando la etnia de los ancestros.
Así pues, nuestras actitudes de superioridad, posturas racistas, de intolerancia y estereotipos negativos que son bloques macizos heredados del pasado –toda esa huachafería o cojudez, como dijera Marco Aurelio Denegri-, así como, la baja autoestima y servilismo que hasta hoy forman parte de la personalidad de muchos peruanos -lo cual no permite el desarrollo integral de nuestro país-, también están contenidas en la “marca Perú”.
Entonces, conocer y comprender los errores y aciertos de quienes manejaron nuestra verdadera historia es desde donde debemos partir, para interpretar la realidad nacional peruana de este siglo XXI.
Los problemas del Perú…
Por ejemplo, podemos encontrar que Garcilaso de la Vega, como cronista y escritor tuvo tinta para describir, en “La Florida del Inca” el asco étnico que generó una fusión forzada entre indias y negros esclavos, quienes luego fueron reivindicados –no por Ramón Castilla- sino por el floreciente discurso y movimiento afroperuano en la década del setenta. Fue Nicomedes Santa cruz, entre otros pensadores, quien reflejó el dolor del negro de haber sido secuestrado, arrancado de su tierra para ser trasladado en condiciones infrahumanas a estos lares para ser explotado.
José Carlos Mariátegui, defendió al indígena y la tenencia de sus tierras en sus “siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”, mientras que Andrés Belaunde, desde el catolicismo daba significado a una realidad en la que ensalzó a Ramón Castilla y su gobierno sin mostrar las atrocidades que éste cometió. Existe un documento, El decreto de Huancayo, que sirvió a Ramón Castilla para arrebatarle el poder a Echenique y, de paso, acoplarse a la moda del abolicionismo (iniciada por la corona inglesa por necesidad ante el avance de la industrialización, y no por humanismo) por lo que los afros nunca le debieron la libertad.
Pero fue Gustavo Gutiérrez Merino quien buscó un mundo ideal para todos interpretando la realidad nacional desde su reflexión teológica, la misma que viene desde una perspectiva latinoamericana, “subcontinente de opresión y despojo” planteando la nueva teología de la liberación, un tema debatido en la Conferencia Episcopal de Medellín de 1968. Pero que no ha sido recogida por el catolicismo y ya vamos entendiendo el por qué.
La oportunidad para los amazónicos llegó hace dos años con el tan agitado tema de la propiedad de las tierras y las concesiones petroleras, teniendo a Alberto Pizango como defensor y porta voz de los peruanos del oriente – quienes bajo un decreto firmado en el año 1953, fueran por fin considerados como seres humanos, dignos sujetos de derechos. Pero minimizados nuevamente a “salvajes” por el propio ex Presidente García, el mismo que tras firmar un ambiguo TLC con EE.UU., habría decepcionado a su mentor Raúl Haya de la Torre quien desde su obra “el antimperialismo y el Apra” buscaba abrir los ojos a una nación que podía salvarse de las garras del país capitalista.
En el Perú, la población de escasos recursos está conformada por quienes no tuvieron igualdad de oportunidades: negros, indígenas y amazónicos. Las nuevas formas de racismo se cuecen en las calderas de estos dos últimos: el indigenismo; que ya tiene raíces en Arguedas, Mariátegui, Hugo Blanco y otros, el etnocacerismo o etnonacionalismo peruano; representado por Antauro Humala, y cuya lucha es por la reivindicación de “la raza cobriza” (indígena americana) que debe volver a gobernar el Perú. ¿Y acaso el resto de peruanos no tenemos derecho a ser elegidos democráticamente para dirigir el destino del país?
Para Jorge Basadre Grohhman, el Perú constituye una comunidad histórica que enmarca la vida de todos nosotros querámoslo o no; una comunidad que se ha ido haciendo penosamente en una marcha llena de contradicciones que, por momentos, parecía florecer, resurgir y en otros hundirse en la desolación, para luego levantarse y seguir adelante. Pero lo que importa, no obstante es nuestro rico pasado, no es lo que fuimos sino lo que podríamos ser si de veras lo quisiéramos, si de veras nos lo propusiéramos individual y colectivamente, definitivamente todo sería distinto, no ocultaríamos nuestros rostros bajo mascarillas de una limpia e inofensiva “marca Perú”.
Como observamos, De la Vega, Haya de la Torre, Bondy, Basadre, Gutiérrez, Belaunde, Mariátegui, Santa Cruz y otros trataron de resolver los grandes enigmas que esconde un país multicultural que se edifica año tras año casi como una torre de babel donde, por sus diferencias económicas, políticas, religiosas, idiomáticas, étnicas –y por heridas del pasado- no se ha logrado una total integración.
El papel de los medios
Lograr la Identidad nacional, es un letargo, pero se puede construir bajo una propuesta que parta también desde los medios de comunicación, desde sus tareas educadora e informadora donde enfoque lo no lexicalizado (no coyuntural) y ponerlo en agenda para sensibilizar a los sectores de poder y a la población, tocando el tema del desarrollo desde el ámbito social, cultural, político y económico. Asimismo, se debe reflejar el problema globalmente incluyendo a todos y no desde un solo centro.
Alaín Touraine, en su libro ¿Podremos vivir juntos? Ya había señalado lo siguiente:
“¿Acaso la ciudad no fue innovadora porque brindaba a cada uno la oportunidad de ser un extranjero y permitía encuentros e interacciones entre los individuos de medios sociales y orientaciones culturales diferentes? Cuando más se procura reunir culturas diferentes en la experiencia vivida y el proyecto de vida de los individuos, más grandes son las posibilidades de éxito”.
La educación debe transformarse
Por qué seguir ocultando la verdad, la historia debe volver a ser contada, esta vez sin salteos ni supresiones, debe decirse todo, duela a quien le duela, será preciso para que desde niños se logre interiorizar el reconocimiento, generar conciencia y criterio de dónde se está, quién se es y hacia donde se va. Lograr la reflexión, el perdón, la revalorización, la identidad y la erradicación de estereotipos que disminuyen al ser humano, lograr el amor y tolerancia al otro. Trabajar para que la educación esté diseñada para cada región, entendiendo su idiosincrasia, sus costumbres, su idioma, sus deseos, sus gustos y necesidades.
Los partidos políticos
La política debe innovarse y ser inclusiva. Es necesario establecer políticas públicas que beneficien a toda la población peruana. Va a demorar que todos los partidos políticos las tomen en cuenta en sus agendas, pues esto es normal, porque todo proceso y cambio toma su tiempo. Pero es importante atender las necesidades que cada parte de la población tiene y que los medios incidan en este tema hasta obtener resultados positivos. Esto se puede lograr a través de los periodistas que estemos dispuestos a convertirnos en vectores sociales. No solo se desea una “Lima para todos

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